Uno de los elementos esenciales de los negocios, y que según los expertos resulta determinante para reforzar la competitividad y atraer la inversión, es la facilidad para hacerlos, una facilidad que depende no sólo de las normas que los regulan, sino también de la forma cómo los funcionarios las interpretan y aplican. A analizar estos aspectos se viene dedicando desde hace años el Banco Mundial, y el resultado de este análisis es la clasificación que suele establecer por países, tomando como referencia esa mayor o menor facilidad existente, de tal forma que aquellos en los que esa facilidad es mayor ocupan los primeros lugares, y aquellos otros en que es menor, los últimos. Pues bien, a diferencia de Singapur, que ocupa el primer lugar en la clasificación de este año, España no pasa de un discreto trigésimo tercero, sin perspectivas de que la cosa mejore, pese a las reiteradas manifestaciones políticas en contra, legislatura tras legislatura, año tras año. ¿Por qué? ¿Por qué no es posible cambiar de una vez por todas esta tendencia y alcanzar el objetivo deseado?.
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